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Enjoy the Silence



Gritar en una iglesia; usar corbata en la playa; estar borracho a las ocho de la mañana; llevar paraguas en verano. Perder la sintonía del mundo es algo que ocurre a pesar de nuestras intenciones. Hay veces en las que, como Alicia, nos hacemos gigantes o muy muy pequeños, pero eso es sólo una forma de leer el asunto: lo que en realidad sucede es que el mundo se vuelve pequeño o muy muy grande. Por eso a Alicia no se le rompía su ropa y nunca quedaba desnuda, siendo esa una prueba de que somos el mundo antes que otra cosa.

Estar parado en la pista de la disco, con las luces prendidas y sin música sonando. Disfrutando el silencio, padeciéndolo o produciéndolo: sólo son diferentes formas de hacer del ruido algo colosal o algo muy muy pequeño. Por eso, una forma de romper el silencio es haciéndolo más grande, de forma repentina, violenta.


Words like violence

Break the silence


Recuerdo una oportunidad en la que el silencio se hizo grande con una aceleración tal que los que hablaban se quedaron mudos y los sordos se vieron obligados a escucharlo.


Come crashing in

Into my little world


Fue en ese momento en que la fiesta termina, en que es el turno del lenguaje para irse a su propia fiesta. El silencio del final de la fiesta goza de una singularidad propia, diferente de otros silencios: por una parte, es el silencio que destaca la ausencia de música; por otra, es el silencio que obliga las palabras. Ese momento en que la música renuncia y las palabras trotan, dibuja un pequeño estado de excepción, uno donde las cosas y sus reglas no tienen una definición muy clara. «¿Podemos hablar?», me preguntó Rose, cuyo vestido negro destacaba sus piernas blancas y su tono de voz exhibía peligrosa inteligencia: había pensado mucho en el diseño de las palabras que tenía acumuladas detrás de su pregunta. Le hice un breve gesto que nos invitaba a salir del campo de silencio.


Vows are spoken

To be broken

Feelings are intense


Sin decir palabra alguna, Rose hizo de su propio silencio algo que aplastó las migajas de ruido que comenzaban a asomarse tras los focos y los vasos. El suelo pegajoso era una metáfora del ambiente que constituimos al dar forma a un silencio propio: nuestros botines nos gritaban que no camináramos más, que nos quedáramos quietos. «Sonó Depeche Mode», fue lo primero que me dijo, aunque no usó palabras: ambos pensamos que eso diría el otro. Justo antes de comenzar la fiesta apostamos que sonaría Depeche Mode, y sonó. No apostamos nada, aunque ambos sabíamos que podía ser una excusa para una despedida.


Words are meaningless

And forgettable


A mí me incomodaba su silencio de semanas. Me dolía, me hería. Aunque era una forma de silencio que tampoco se rompía simplemente con palabras: es un silencio que hace de las palabras algo muy muy pequeño, un silencio que hace de los muros del mundo algo tan alto que su forma no puede ser calculada. Su silencio hacía de mi mundo algo pequeño, inútil y sin sentido.


Words are very unnecessary

They can only do harm


Me miró y entendí que sólo caminaríamos. Ya lejos de lo que hace pocos minutos había sido una fiesta, me dijo un par de cosas que no lograron romper el silencio: eran palabras tan pequeñas que no pude retenerlas. A veces sueño con ellas, pero no las recuerdo: eran tan sutiles como un gesto. Esas palabras que no lograron alcanzar la dignidad de un discurso o de una promesa, sirvieron como contrapunto de la daga que se escondía al final de su garganta: «No lo disfruto». Lo que estaba detrás de su edificio de palabras sutiles no era una palabra más, sino un movimiento de manos que me mostraba la daga. Era un gesto de amenaza, como un asedio que no es la destrucción misma de la ciudad sino tan sólo la demostración que lo que muere puede morir dos veces.

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